Planeábamos a ir a un concierto de ópera
o algo así,
era niño entonces, y no tengo los detalles,
se perdieron en mi memoria.
Había un afiche de colores agradables
pegado en la esquina de mi cuadra,
al que yo miraba, cada vez que pasaba con mi bicicleta
dando vueltas a la manzana con mis amigos.
Y por instantes
me abstraía soñando
con el teatro en penumbras,
con las voces profundas,
con la ropa delicada y los perfumes.
Cuando hablaron del concierto
algo pasó, realmente no recuerdo que fue.
Meses después,
alguien tuvo la piedad suficiente
para quitar cartel
ajado y descolorido
tras tantas lluvias.
Recuerdo esas lluvias.