Quiero tragar esa cruda sangre del corazón
el agridulce sabor de Stan Getz
mientras entre el autismo y el éxtasis
saco mis plumas, mis uñas, mis garras y mis colmillos
y abro al fin mis ojos amarillos
Para echarme al cielo de los benditos
que se desintegraron.
Pero apenas soy el minotauro de la furia
que todo el tiempo corre
lastimándose
una y otra vez
mientras la sangre caliente
Se diluye entre el sudor
(algunas ocasiones,
mi lengua se regodea)
Es que realmente no importa
si estas acá
o si alguna vez
estuviste
para ser profeta
de éste viaje
y no importa,
porque todos
somos iguales,
secretamente iguales.
por eso es que
nadie llega nunca hasta acá
y los gatos me quieren asesinar.
y aunque lo que digo parece un secreto
o un poema extraviado
la gente esta temblando
de solo pensarlo, de solo pensarlo.
cuando el sol de otoño me baña
dejo el zen, el clonazepam, el postmodernismo,
los espejos, las corbatas, los dioses,
las esperanzas, la ira, las novedades,
los viejos zapatos, el cigarrillo,
los virus, el revolver, los gritos
las caries, los venenos, el aro en la lengua.
dejo a mi viejo y a Rodolfo Walsh
entonces quedo triste
sabiendo que nadie
nunca va a encontrarme
Pero esa magistral
artesanía de Cervantes
me devuelve el cuerpo
el nombre, la cara,
y me deja aquí
sereno,
como si realmente
yo estuviese aquí.